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CEAR-Euskadi denuncia que “Europa sigue reunida, pero no unida”, mientras los refugiados mueren
El presidente de CEAR-Euskadi, Javier Galparsoro, ha pedido “un cambio radical” para enfrentar el problema de los refugiados de forma “colectiva y solidaria”, y ha denunciado que “Europa sigue reunida, pero no unida, mientras la gente muere”. Además, ha afirmado que “acoger humanamente también es esperanza de que algo pueda mejorar en este mundo” y que el derecho de asilo pueda dejar de existir porque no haga falta.
Durante su intervención en la gala de entrega de la XXVII edición de los Premios Sabino Arana, Galparsoro, que ha recogido el galardón otorgado a CEAR, ha destacado que su equipo “combate la realidad de las frustraciones con el derecho a la utopía”.
“Nos dan un premio para nuestro trabajo, pero el premio debe ser para las personas refugiadas. Son casi 60 millones los seres humanos que nos aguardan como perseguidos, de los que algo más de un millón han llegado el pasado año a la decadente Europa”, ha destacado.
En este sentido, ha recordado que el pasado mes de septiembre 25 países de la Unión se comprometieron a acoger en un plazo de dos años a 160.000 refugiados, “pero, hasta hoy, apenas han llegado al continente 331 personas”.
De ellas, ha recordado que 18 están en el Estado español, mientras que a Euskadi vinieron tres eritreos a mediados de noviembre, “en medio de una desorbitada expectación mediática”. “¿De qué invasión hablan nuestros dirigentes y políticos?”, se ha preguntado.
El representante de CEAR ha dicho que se trata de “personas como ustedes y como yo, que siguen muriendo a cada minuto en cada 'mare nostrum'”. “3.771 desaparecidos en 2015 por no poder atravesar de frente, con papeles, con sonrisa beatífica y con tarjeta de crédito esa línea invisible que cruzamos con pasmosa facilidad mercancías y mercaderes, bienes, servicios, animales, pero no personas, no, al menos, todas las personas”, ha lamentado.
A su juicio, “es pavorosa la amnesia histórica que padecen Europa y nuestro país con ella”. “Qué pronto se ha olvidado nuestra historia y se ha llenado de razones para no proteger, obviando que millones de personas debieron huir con lo puesto por las mismas causas políticas, bélicas, étnicas, famélicas, por las que ahora, otros seres humanos en idéntica o peor condición, persiguen la misma protección para sus vidas, para su libertad y su seguridad”, ha reprochado.
EL ASILO
Además, ha subrayado que “Europa sigue reunida, pero no unida, mientras la gente muere”, y ha recordado que “el asilo es un derecho fundamental que define muy bien el grado de democracia”. También ha emplazado a “que nadie vuelva a utilizar como justificación de muchos de estos desmanes y omisiones, el maldito mantra de la crisis”.
“Porque crisis de verdad son las guerras, las violaciones generalizadas de derechos humanos, las dictaduras, la pobreza, el hambre, situaciones en las que permanecen millones de personas desde que nacieron, personas a las que la lotería de la vida colocó tan solo 45 centímetros por debajo en este desigual mapa mundo de la diversidad”, ha añadido.
Por ello, cree que “se hace preciso un cambio radical que priorice los derechos de las personas y los pueblos, que enfrente de manera colectiva y solidaria las causas y consecuencias de los desplazamientos forzados de población, y que permita a las personas el acceso a la protección internacional a través de vías seguras con asistencia jurídica y un sistema de acogida”.
“Se precisa gritar a los cuatro vientos que garantizar esos derechos es nuestra responsabilidad. El exilio afecta a todas las dimensiones de las vidas de las personas y de los pueblos, es un desarraigo permanente”, ha señalado, para apuntar que “el camino del exilio está marcado por el dolor y sufrimiento, pero también por la resistencia y la fuerza por reconstruirse, a pesar de lo vivido”.
Asimismo, ha manifestado que es “la esperanza de poder vivir libres de violencia, de miseria y de autonomía”. “Acoger humanamente también es la esperanza de que algo pueda mejorar en este mundo de forma que en algún momento el derecho de asilo deje de existir porque ya no sea necesario. Es defender el derecho de toda persona a vivir libre de violencia y libre de miserias, es afrontar los terrores de este mundo, defendiendo la ternura y el abrazo”, ha indicado.
AYLAN KURDI
Javier Galparsoro ha tenido un recuerdo especial para Aylan Kurdi, el un niño kurdo de tres años que apareció ahogado en una playa de Turquía y cuyas fotos conmocionaron a la opinión pública. “Aylan guarda un extraordinario parecido con nuestros hijos, pero también con los hijos de Merkel, de Cameron, de Hollande y de Rajoy”, ha manifestado.
A su juicio, “en ese frágil cuerpecito varado para siempre en esa playa del desconsuelo, se esconde también el naufragio de toda la humanidad doliente.
“En esa imagen dramática, imborrable, muchos de ustedes han descubierto la tragedia de las personas refugiadas. No olvidemos las caras de otros niños que no vimos y de los mayores que, con ellos, han perdido la vida en estas infaustas travesías”, ha señalado.
Por ello, ha reclamado “un premio para esas personas que sobreviven a contextos tan hostiles que se escapan a nuestra imaginación, para esos seres humanos que se levantan y emprenden cada día una lucha cotidiana por la dignidad de proteger su territorio y sus recursos naturales, la de expresar libremente sus convicciones, la de vivir con libertad sus opciones sexuales, la de ser mujeres y defenderse como tales, la dignidad de denunciar en medio de un conflicto armado, la dignidad de defender el derecho a tener derechos”.
El representante de CEAR-Euskadi ha instado a premiar “a quienes recorren a pie miles de kilómetros desde sus remotas aldeas, sorteando toda clase de peligros, a los que solo les resta para alcanzar la tierra prometida escalar una valla infranqueable sobre la que se ha tejido una diabólica concertina, vocablo maldito, con acento musical a metal, pero a metal de corta y que mata”.
En su opinión, también habría que poner “alfombra roja, música y galardones para esos miles de hombres y mujeres que tratan de cruzar por la puerta falsa la frontera entre la miseria y la esclavitud, en pateras o en cayucos, en caminos frigoríficos, en los vientres de buques destartalados”.
Galparsoro ha precisado que “la cicatera y ramplona realidad” es que la gente piensa de los refugiados: “Que no salgan, y si salen, que no lleguen, pero, si llegan, que, al menos no pidan asilo, que no puedan probarlo. Y, si piden y prueban, que se queden, pero por el tiempo mínimo imprescindible hasta que puedan volver”.
REFUGIADA
Javier Galparsoro ha estado acompañado de la refugiada venezolana Pretty Rosa Gutiérrez quien ha destacado que “el sentimiento de desamparo nos embarga, nos llega hasta los huesos”. “Hemos dejado atrás padres, hijos, hermanos y pareja. No hay nadie más, estamos solos. Quizá a alguno de ellos lo perdimos en el camino”, ha señalado.
Asimismo, ha asegurado que también acompaña a los refugiados “una historia de añoranza por su tierra, sus costumbres y su cultura”, y ha lamentado “la indiferencia de la sociedad”.
“Por más que pase el tiempo, habrá una historia llena de esperanza que la seguiremos escribiendo sobre las mismas lágrimas, un vacío que no acabará nunca de llenarse, un sinfín de sobresaltos que avivan la angustia y un futuro incierto. Y, sobre todo, habrá un vivir cada día bajo la sombra de tantos sentimientos encontrados que marcan por siempre la historia de un refugiado”, ha indicado.